¿Qué mejor que despertarse con
una sesión fotográfica a las siete de la mañana por parte de los profesores?
Así comenzaba nuestro penúltimo día en la ciudad eterna. Después de un monótono
desayuno, hemos puesto rumbo hacia el casco antiguo para visitar San Juan de Letrán
(la catedral de Roma), la Scala Santa y la iglesia de San Pietro in Vincoli, donde
hemos visto el Moisés de Miguel Ángel. Más tarde nos dirigimos hacia el
Coliseo, que como ya es habitual, estaba en restauración. Sin embargo, un inesperado
cambio de planes nos ha obligado a dejarlo para la tarde y sustituirlo por el
foro romano. Hemos dado un paseo por las ruinas hasta que la lluvia nos ha
sorprendido y hemos tenido que salir de allí protegiéndonos del agua como
podíamos.
Ya cansados, nos hemos dirigido
al Trastevere para disfrutar de nuestro tiempo libre en un barrio que no tenía
nada que ver con la Roma que ya habíamos visitado. Como no podía ser de otro
modo, la pizza y la pasta no han faltado. A las cuatro nos hemos marchado de vuelta
al Coliseo y hemos estado admirando el anfiteatro y sus magníficas vistas. Pero
no podíamos irnos sin una última sorpresa: a uno de nosotros se le ha caído el
móvil en el hueco que había entre una columna tumbada en el suelo y la pared.
Nos las hemos ingeniado con un palo, un trípode, dos coleteros y mucha
imaginación para rescatarlo. Preferimos mantener la identidad de la víctima en
secreto, pero se aceptan apuestas.
Aun estando tristes porque el
viaje está llegando a su fin, todavía nos quedan 24 horas en Italia que vamos a
aprovechar al máximo.
Anabel Horcajo, Elvira González, Ana de Lucas y Enrique Agüero